“Yo responderé que un hombre
no tiene nada mejor,
más puro y más digno
de ser perpetuado, que su amor...”
Louis Aragon.
LA VOZ COMPROMETIDA
De tendencia dadaísta en sus comienzos, Louis Aragon fue uno de los creadores del surrealismo y uno de los primeros disidentes de este movimiento para poner su pluma al servicio del ideal socialista. Poeta de trabajada elegancia y gran imaginación, comprendió y utilizó la versificación tradicional. El surrealismo para él es más un punto de partida que una tendencia o una doctrina. Para Aragon la poesía es sobre todo un ejercicio, pero a través de este ejercicio encontramos un auténtico lirismo que canta la naturaleza y el encanto de los seres y los objetos. Tras su periodo surrealista, Aragon evolucionó hacia lo que se dio en llamar “retorno a la realidad”, aumentando su compromiso para servir a un ideal socialista, lo que dio lugar a enconadas discusiones sobre la libertad y las limitaciones que exige o puede soportar el arte. Con ocasión de la Segunda Guerra Mundial, alcanzó una vibración patriótica de belleza indiscutible, llegando a ser el poeta más conocido de Francia.
Pablo Neruda conoció a Aragon en París en el año 1937 cuando preparaban el congreso de escritores antifascistas de todo el mundo que debería celebrarse en Madrid. “Lo que me sorprendió inicialmente en él –nos cuenta Neruda- fue su capacidad increíble de trabajo y organización. Dictaba todas las cartas, las corregía, las recordaba. No se le escapaba el más mínimo detalle. Cumplía largas horas seguidas de trabajo en nuestra pequeña oficina. Y luego, como es sabido, escribe extensos libros en prosa y su poesía es la más bella del idioma de Francia.... Se trata, en verdad, de un hombre portentoso y yo comencé a darme cuenta de ello desde ese entonces”. Y Alberti nos dijo: “Hace muchos años, Aragon, asombrado de la pujanza poética, llena de hálito político, de Víctor Hugo, lanzaba esta pregunta en medio de todos los ámbitos de Francia: ¿Ha leído usted a Víctor Hugo? La misma pregunta podemos lanzar hoy sobre poeta tan completo, tan combatiente, tan peligrosamente comprometido -¡sí!-, tan diverso y tenaz del que hablamos: ¿Ha leído usted a Aragon?”.
Louis Aragon nace en París el 3 de octubre de 1897 y muere en la misma ciudad el 24 de diciembre de 1982. Hijo natural de un prefecto de policía y una lavandera, que durante cierto tiempo lo hizo pasar como un hermano menor para preservar el honor de su familia y de su amante. Cursó estudios de medicina que puso en práctica, especialmente en materia de salubridad, durante la I Guerra Mundial. A su regreso a París se unió al movimiento dadaísta de Tristán Tzara y Picabia. Junto con sus amigos André Breton, Paul Eluard, Benjamín Péret, Phillipe Soupault, redacta el Primer Manifiesto Surrealista. En 1919 Aragon publica en la revista Cervantes y en 1925 da una conferencia en Madrid. En 1928 conoce a la escritora rusa Elsa Triolet (cuñada del poeta Vládimir Maiakovski), a quien tuvo unido sentimentalmente hasta la muerte de esta en 1970. En 1931, después de la publicación del Segundo Manifiesto Surrealista, se aparta de dicho movimiento y junto con Paul Eluard se afilia al Partido Comunista Francés, en el que permaneció durante el resto de su vida. Durante la ocupación alemana, participó muy activamente en la Resistencia Francesa contra el nazismo. En 1957 recibió el premio Lenin de la Paz, y en 1967 fue elegido miembro de la Academia Goncourt, que abandonó con gran escándalo al año siguiente. Fue director y colaborador del importante semanario sobre arte y literatura Les Lettres Françaises, hasta que este dejó de publicarse en 1972. Fue miembro del comité central del Partido Comunista Francés, y protestó contra la invasión rusa de Checolosvaquia. Dedicó los últimos años de su vida a preparar la edición de las obras completas de Elsa Triolet y la de sus propias obras.
De su época surrealista sobresalen las colecciones de poemas Fuego de alegría (1920) y El movimiento perpetuo (1925), y las novelas Aniceto o el panorama (1921) y El campesino de París (1926). A su periodo de contenido social y político pertenecen las novelas Las campanas de Basilea (1933), Los bellos barrios (1936) y Los comunistas (1949-1951, 6 volúmenes), obra adscrita de lleno dentro de los cánones del realismo socialista, y las colecciones de poemas dedicados a su compañera reunidos en Los ojos de Elsa (1942), Elsa (1949) y Loco por Elsa (1963). Su última etapa narrativa se aleja un tanto de la temática social para centrarse más en la reflexión sobre acontecimientos históricos: La Semana Santa (1958), en el que analiza, desde una óptica marxista, los incidentes relacionados con el regreso de Napoleón a Francia (1815), Blanca o el olvido (1967) y Tiempo de morir (1969). Destaca, asimismo, su labor como ensayista: Literaturas soviéticas (1955) y Henri Matisse, novela (1971). En 1969 publicó la célebre autobiografía literaria No aprendí nunca a escribir, o los Incipit, en 1974 Teatro / Novela, y en 1980 la antología de relatos La mentira-verdad.
Los restos del célebre poeta francés Louis Aragon descansan en el parque del Molino de Villeneuve, de su propiedad, en Saint-Arnoult-en-Yvelines, al lado de los de su compañera Elsa Triolet, tal como él lo había expresado: “Dormir el sueño en tus dos brazos / en el país sin nombre, sin sueño y sin aurora...”.
Fuente: analitica.com
no tiene nada mejor,
más puro y más digno
de ser perpetuado, que su amor...”
Louis Aragon.
LA VOZ COMPROMETIDA
De tendencia dadaísta en sus comienzos, Louis Aragon fue uno de los creadores del surrealismo y uno de los primeros disidentes de este movimiento para poner su pluma al servicio del ideal socialista. Poeta de trabajada elegancia y gran imaginación, comprendió y utilizó la versificación tradicional. El surrealismo para él es más un punto de partida que una tendencia o una doctrina. Para Aragon la poesía es sobre todo un ejercicio, pero a través de este ejercicio encontramos un auténtico lirismo que canta la naturaleza y el encanto de los seres y los objetos. Tras su periodo surrealista, Aragon evolucionó hacia lo que se dio en llamar “retorno a la realidad”, aumentando su compromiso para servir a un ideal socialista, lo que dio lugar a enconadas discusiones sobre la libertad y las limitaciones que exige o puede soportar el arte. Con ocasión de la Segunda Guerra Mundial, alcanzó una vibración patriótica de belleza indiscutible, llegando a ser el poeta más conocido de Francia.
Pablo Neruda conoció a Aragon en París en el año 1937 cuando preparaban el congreso de escritores antifascistas de todo el mundo que debería celebrarse en Madrid. “Lo que me sorprendió inicialmente en él –nos cuenta Neruda- fue su capacidad increíble de trabajo y organización. Dictaba todas las cartas, las corregía, las recordaba. No se le escapaba el más mínimo detalle. Cumplía largas horas seguidas de trabajo en nuestra pequeña oficina. Y luego, como es sabido, escribe extensos libros en prosa y su poesía es la más bella del idioma de Francia.... Se trata, en verdad, de un hombre portentoso y yo comencé a darme cuenta de ello desde ese entonces”. Y Alberti nos dijo: “Hace muchos años, Aragon, asombrado de la pujanza poética, llena de hálito político, de Víctor Hugo, lanzaba esta pregunta en medio de todos los ámbitos de Francia: ¿Ha leído usted a Víctor Hugo? La misma pregunta podemos lanzar hoy sobre poeta tan completo, tan combatiente, tan peligrosamente comprometido -¡sí!-, tan diverso y tenaz del que hablamos: ¿Ha leído usted a Aragon?”.
Louis Aragon nace en París el 3 de octubre de 1897 y muere en la misma ciudad el 24 de diciembre de 1982. Hijo natural de un prefecto de policía y una lavandera, que durante cierto tiempo lo hizo pasar como un hermano menor para preservar el honor de su familia y de su amante. Cursó estudios de medicina que puso en práctica, especialmente en materia de salubridad, durante la I Guerra Mundial. A su regreso a París se unió al movimiento dadaísta de Tristán Tzara y Picabia. Junto con sus amigos André Breton, Paul Eluard, Benjamín Péret, Phillipe Soupault, redacta el Primer Manifiesto Surrealista. En 1919 Aragon publica en la revista Cervantes y en 1925 da una conferencia en Madrid. En 1928 conoce a la escritora rusa Elsa Triolet (cuñada del poeta Vládimir Maiakovski), a quien tuvo unido sentimentalmente hasta la muerte de esta en 1970. En 1931, después de la publicación del Segundo Manifiesto Surrealista, se aparta de dicho movimiento y junto con Paul Eluard se afilia al Partido Comunista Francés, en el que permaneció durante el resto de su vida. Durante la ocupación alemana, participó muy activamente en la Resistencia Francesa contra el nazismo. En 1957 recibió el premio Lenin de la Paz, y en 1967 fue elegido miembro de la Academia Goncourt, que abandonó con gran escándalo al año siguiente. Fue director y colaborador del importante semanario sobre arte y literatura Les Lettres Françaises, hasta que este dejó de publicarse en 1972. Fue miembro del comité central del Partido Comunista Francés, y protestó contra la invasión rusa de Checolosvaquia. Dedicó los últimos años de su vida a preparar la edición de las obras completas de Elsa Triolet y la de sus propias obras.
De su época surrealista sobresalen las colecciones de poemas Fuego de alegría (1920) y El movimiento perpetuo (1925), y las novelas Aniceto o el panorama (1921) y El campesino de París (1926). A su periodo de contenido social y político pertenecen las novelas Las campanas de Basilea (1933), Los bellos barrios (1936) y Los comunistas (1949-1951, 6 volúmenes), obra adscrita de lleno dentro de los cánones del realismo socialista, y las colecciones de poemas dedicados a su compañera reunidos en Los ojos de Elsa (1942), Elsa (1949) y Loco por Elsa (1963). Su última etapa narrativa se aleja un tanto de la temática social para centrarse más en la reflexión sobre acontecimientos históricos: La Semana Santa (1958), en el que analiza, desde una óptica marxista, los incidentes relacionados con el regreso de Napoleón a Francia (1815), Blanca o el olvido (1967) y Tiempo de morir (1969). Destaca, asimismo, su labor como ensayista: Literaturas soviéticas (1955) y Henri Matisse, novela (1971). En 1969 publicó la célebre autobiografía literaria No aprendí nunca a escribir, o los Incipit, en 1974 Teatro / Novela, y en 1980 la antología de relatos La mentira-verdad.
Los restos del célebre poeta francés Louis Aragon descansan en el parque del Molino de Villeneuve, de su propiedad, en Saint-Arnoult-en-Yvelines, al lado de los de su compañera Elsa Triolet, tal como él lo había expresado: “Dormir el sueño en tus dos brazos / en el país sin nombre, sin sueño y sin aurora...”.
Fuente: analitica.com